lunes, 11 de abril de 2011

Tiempos consuntivos. Tiempos adquisitivos.

Escrito por Ferroviario.

El tiempo adquisitivo es el que se consume con un fin , con un objetivo , con una meta. Un tiempo cuyo goce se encuentra en la consecución de la victoria y cuyo devenir es un esfuerzo , una ascesis , una lucha. Son los de “ el tiempo es oro “, la mercancía de lo inaprensible. Cosificadores del ser humano al que se convierte o se persuade de ser, instrumento de futuro , eslabón de porvenir. Tiempo productivo, tiempo de ansiedad.
Charles Kettering, prístino ideólogo del capitalismo, halló el primer vector cuando formuló :” La clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción.”. Nunca es suficiente, siempre hay algo que esperar.
Obsolescencia programada.
El tiempo consuntivo es el tiempo que se agota en si mismo. Sin fines ni objetivos. Es el placer de patinar por el mero hecho de deslizarse. Es el tiempo de los niños por antonomasia. Es la recompensa inherente al acto.
¿Qué clase de tiempo goza un pasapisero?. Adentrémonos en este fascinante y terrorífico mundo de la mano de Ferroviario.

Si es cierta la Teoría de Olduvai y el cenit del petróleo fue en el año 2005 , el advenimiento del madmaxismo es inminente , escatológico ( eschaton). El choque de civilizaciones es ineluctable, Burbus versus Pasapiseros.
Será cruento.

Algunos burbujistas saldrán escorbúticos de sus trasteros ahítos de atún y pepinillos en vinagre. Estos no serán rivales para los curtidos pasapiseros , fugitivos del agro , que lucirán sobre sus velludos pechos , collares de orejas de pepitos como Marlon Brando en Apocalipsis Now.

Un pasapisero es un rival muy serio. Si ha nacido en un pueblo , debemos considerar a efectos de combate, que cada año pasado en las eras a partir de la adolescencia equivale a un dan de yudo. La mayoría salió por primera vez cuando hizo la mili. Eso es un quinto dan.

Fue sometido a una endodoncia cerebral desde su mas tierna infancia, y así , ahogando gatos , apedreando chuchos a sobaquillo y arreando bestias, perdió su último vínculo con la civilización cuando trajo a la vuelta de su servicio militar una muñeca vestida de soldado que tocaba la trompeta, y la puso sobre la televisión, encima del tapete de ganchillo que su madre primorosamente entretejió en su ausencia, como Penélope , la mujer de Ulises.

Esa muñeca todavía permanece ahí. Impasible el ademán pero con un párpado entreabierto. Como Solbes.

El olor a hierba mojada que percibe cuando pasea por los rodales de setas tras mojones olvidados, le traen a la memoria sus años mozos, cuando abusaba de si mismo con desmedida saña mientras apacentaba ovinas criaturas que mas tarde serían su harén.
Esto le convirtió en un omnívoro, sexualmente hablando.
Todos estos años de soledad y rijosidades adolescentes, apenas han dado fruto en el plano artístico , limitándose hasta el momento toda su aportación , a la conocida canción ligera y popular de La Cabra, la cabra.

Años después , en la calle Espoz y Mina, María Martillo le hizo, lo que Blanquita , su borreguita preferida , jamás pudo aprender .

Ese tipo ha puesto lazos de alambre en las bocas de las madrigueras, ha matado conejos con una colleja , ha desplumado gallinas ( tras haberlas sodomizado) con agua hirviendo, ha comido cosas que harían vomitar a una cabra ( y no sólo en el plano sexual), ese tipo es….un Delta Force.

Un burbu , en cambio, ha estado jugando al Street Figther ,y sólo se ha pegado en el videojuego con el Ryu , el Sagat , el negro anoréxico y la pepita de trenzas de las patadas voladoras.

Un enfrentamiento directo sería un suicidio. Sería como meter en el mismo ring a Tyson y a Octavio Acebes.

Pero tienen puntos débiles. Yo los he descubierto.

PASAPISEROS EN LA NIEBLA

Como Sigourney Weaber con los gorilas , yo conviví con algunos de ellos en las tascas de mi pueblo. Vi sus gestos , analicé sus expresiones. “Ahí vá la ordiga”, “ cagüen la leña verde..”” Estoy más valdao quiuna puta cigüeña en pelo malo…”Mientras zureaban las incautas palomas en los sobrados de las casas, yo hacía acopio de toda la información que podía, presintiendo el terrible combate que el futuro nos deparaba.

Observé , no sin cierto recelo , que como mínimo ,en la riñonera siempre llevaban un cortaúñas, una llave allen y un puro adornado con la vitola del enlace de la hija la Usebia, que intuí servía para sobornar a la benemérita si eran cogidos in fraganti, pescando con dinamita en el nacimiento de un río.

KARATE A MUERTE EN EL PAU

El pasapisero sesentón suele simular una cojera , como los perros cimarrones , para que el rival se confíe. Como son putos reptiles y tienen la sangre fría, no pueden luchar mucho tiempo seguido.

El pasapisero pueblerino , el de las cintas de Perlita de Huelva en el coche y la americana de ojo de perdiz , se deja crecer las uñas de los meñiques hasta los cinco centímetros. Nunca más, para no ser consideradas armas blancas ( aunque si se pasase y le pillasen ,siempre podría usar el recurso del puro de la Usebia).

Estas prolongaciones unguladas cuneiformes son endurecidas al contacto con el cerumen que crece en sus pabellones auditivos,( al punto de poder reproducir su propia imagen a escala de uno a uno), y una vez retirada la cera, se abren paso, como patas de cangrejo, pilosidades repugnantes y recias como alambres de gallinero.


De estas dos formidables armas, curvas como espadas sarracenas, sólo una es mortal, la afilada. La otra la usa a modo de chaira .
Nuestro mayor reto es , pues, saber si es diestro o zocato ( zoquete seguro).
No es difícil.
Jamás le verás coger un bolígrafo como no sea para rellenar una primitiva, por tanto tendréis que estar atentos a otros signos.
Un forense es capaz de saber la lateralidad de un asesino estudiando la trayectoria de las cuchilladas. Esa es la clave.
Todos los agropasapiseros fuman con el pitillo perennemente colgando del lado contrario a su lateralidad. Este efecto chimenea, de el tiro del humo resbalando por su mejilla , su ceja y parte de su pelo en sentido ascendente, hace que un hemisferio sea rubio, como Mónica Naranjo. Ese detalle revela cuál es su meñique asesino.

Es posible, a tenor de diversos estudios y de la constatación empírica de cómo conjuntan la indumentaria ,( mezclando camisas naranjas con pantalones granates), que sólo vean en blanco y negro , como los toros. Pero eso no disminuye un ápice su peligro, sino que lo acrecienta al ser muy difícil desconcentrarlo.

Sólo he descubierto dos cosas capaces de desconcentrar a un agropasapisero, a saber , la música de las tragaperras y el olor a torrenos recién hechos, el resto es fútil.

Frente a frente. Al igual que muchos animales intimidan con vivos colores, como las mambas, o aparentan ficticios peligros , como esos peces que tienen una mancha redonda en la aleta dorsal simulando un ojo para ahuyentar enemigos, el pasapisero hace creer que tiene el cerebro en la cabeza. Craso error. Lo tiene en las gónadas. Ahí está el cerebro de la bestia, como en la PSP. Necesita al menos dos acometidas en salva sea la parte para hincar la rodilla y pedir clemencia.
Sin cuartel. Él no lo haría.

Es vital no perder el contacto visual durante el enfrentamiento. Él tendrá los ojos rojos, como los gusanos de las ensaladas de los restaurantes de Salchicharro cuando son aliñadas con vinagre, inyectados en sangre, pero no es odio. Si ya es media mañana se habrá apretado al menos tres castellanas y dos sol y sombras.
Si tiene temblores es que todavía no lo ha catado.

Su primera reacción será echarte una bocanada de humo de su Chester, como una bomba de humo ninja, para acto seguido aparecer a tu espalda. QUIIIA milana bonita….oirás. Al girarte sentirás como su apéndice mortal te practica una cesárea programada .Como el 80% de las que hacen el el Ruber.

No atacará tu aorta, pues son chaparros. Talla mediterránea dice la publicidad . Pero el curare impregnado en su uña producirá en tu cerebro la liberación de endorfinas que harán desfilar tu triste vida en diapositivas de Powerpoint hasta ver al final de un túnel una luz, un destello, el brillo del colmillo del pasapisero alumbrando tóa la avenía como cantaba Rubén Blades.

Sean cautos.