lunes, 11 de abril de 2011

OPÁ YO VIASÉ MASMAX

Escrito por Ferroviario.

He vuelto hace un par de meses de pasar unos inmerecidos días de asueto en Mallorca. Una semana, todo incluido como corresponde a mi lonchafinista condición y lo que he visto ha erizado el áureo y sedoso vello que desciende en catarata a lo largo de mi occipital hasta el punto de que ahora uso la nuca para rallar parmesano ,limarme las uñas y suavizar las durezas de los pies de mi señora.

Ha sido un viaje alienante y embrutecedor como corresponde al buen turismo de lumpen masa , de Todo Tirado en la hamaca hasta que se te borraba la raya del culo, comiendo y bebiendo como un obispo en cuaresma mientras la canícula embotaba mis sentidos y el ocio me envilecía.

El hotel venido a menos , cuya historia me contó un maduro maître desolado y escéptico, fue degradándose en los brazos de las agencias de viaje y del turismo de chanclas con calcetines , camiseta imperio y riñonera marsupial hasta convertirse en un remedo social de una grada inglesa de un estadio de fútbol en la hora feliz mientras entonan himnos salvajes de orgullo y odio.

De los 600 lereles por cabeza iban 300 al billete de avión , 100 a la agencia de viajes, y con los 200 que quedaban desayunabas , comías , merendabas, cenabas , bebías de todo lo que había ( alcohol incluido), dormías,y te hacían la cama y la habitación durante una semana.

En estas condiciones pueden imaginarse que tipo de fauna de pelagallos , pelafustanes y pelaespigas hozábamos en la piscina ,descalzos, apartando botes con los nigérrimos pies, bamboleándonos desgarbados al ritmo de infames canciones discotequeras ya demodés hace un decenio, escrutando gachís con amejillonados ojos, y ocultando con resoplidos soterrados eructos silenciosos y pestilentes de combinadas bebidas carbónicas y piógenos aperitivos.

Cuando bajamos a desayunar el primer día nos sorprendimos de las arraigadas costumbres que practican otros pueblos europeos en su primera pitanza matutina. Yo quería bajar de sport , que es el anglicismo para decir hecho un adán , naturalmente mi media costilla me fulminó con una mirada eléctrica y letal que ya quisiera Pikachu (el pokemon amarillo y atigrado ese que está en todas las casetas de feria en los pueblos y colgado de los retrovisores de los leones tuneados)

Me batí bravamente sin hacer aprecio de mi vida ante la enfurecida gárgola de mi señora y finalmente, al contrario que bobojista quien jamás se rinde por más evidencias que le acosen, claudiqué y me puse un pantalón vaquero. Bajé a regañadientes y al entrar en el restaurante miré de soslayo a mi emperifollada esposa, absorta y perpleja ante el abigarrado espectáculo de guiris en bermudas con sandalias descubiertas y camisetas sin mangas que se agolpaban como lechones ansiosos ante la plancha humeante trufada de aceitosas lonchas de bacón mientras sorbían ruidosamente las primeras cervezas del día.

Las inéditas combinaciones de ropa de los susodichos interfectos dejarían los corales submarinos de Cousteau en una gris y mortecina estampa de pálidos y monótonos contrastes. Camisetas de paramecios con bermudas de palmeras, camisas de nenúfares anudadas en el ombligo conjuntadas contra natura con slips de leopardo, pantalones militares y peludos torsos desnudos, culos femeninos de diámetro superior a la piscina enfundados en blancas mallas ajustadas transparentando tangas negros que cortaban el riego sanguíneo en la parte inferior del tronco…la nequicia del espectáculo atenazaba mi alma.

La mitad de ellos se bañaban con camiseta, pues durante los tres primeros días se torraban al sol desde el orto hasta la lipotimia. No salían del recinto en toda su estancia , sólo iban de la hamaca a la barra y de la barra a la hamaca, como un puto teleférico si me permiten motejar de ese modo el acuminado quiasmo.

Estando la epidermis en semejante estado imagino que de sexo no andarían muy sobrados, salvo que el efecto etílico les anestesiase los sentidos .


Iban algunos descalzos por el hotel, subían por los ascensores empapados , chorreando y con un granizado o un vermú en la mano, gordas viejunas con flotadores de pato, cuellicortos preadolescentes fumando delante de sus padres, hablando a gritos como españoles…los Gremlins a su lado hubiesen parecido los niños de San Ildefonso…y Tarzán un atildado Tom Wolfe.


Los animadores eran extranjeros y sabían un montón de idiomas, menos español. Y paseaban entre los despojos humanos intentando que jugasen al tiro al arco, a la petanca o a cualquier otra sandez de idéntico calibre que los sacase de las poltronas y les mantuviese alejados unos minutos del grifo de la cerveza.

Sólo tenía un moderado éxito el fitness matutino dentro del agua de la caliente pileta por que allí, incluso un hipopótamo se mueve con gracilidad,y de ese modo hacían más hambre para el buffet.

Sólo les faltaba mearse en la piscina.

Quiero decir desde el trampolín.

Avergonzado por tamaña agresión hacia el decoro , de pronto, a mi espalda, oí algo en la lengua de Cervantes que sacóme( admitase la proclisis) de mi estupor: “ Ninniiioo, ponme un zumo de cebadaaaa…”

Junto al chiringo de las hamburguesas había dos orcos gemelos de hipertrofiado abdomen, tatuaje chino, pendiente en las cejas y perilla mostoleña ( o alcorconera quizás ) ataviados con un calzón braga negro que dejaba intuir unas coquillas pequeñas y castigadas.


Se pillaron dos megaburguer con cervezas y se sentaron a dos metros de la barra con sus dos churris para jugar al mus.
Eran las once y media de la mañana. A las doce se levantaron a por más cerveza y cogieron diez o doce bolsas pequeñas de papas fritas onduladas. A las doce y media sonó en los altavoces la canción del Koala “ Opá yo viasé un corrá”.

Los orcos siameses se pusieron en pie y empezaron a bailar como Michael Jackson; uno se agarraba la coquilla tirando hacia arriba y daba grititos agudos, el otro reptaba hacia atrás como si patinase hasta llegar a la barra donde pidió otra hamburguesa.

“Mira Juani, tu Carmelo está hasiendo el Mungualker”, dijo una de las novias.

Los propios guiris estaban mirando y los animadores temían por sus empleos cuando , sin dejar de bailar, empezaron a pegarse por el cuerpo las calcamonías que les habían salido en las bolsas de patatas.

Las humedecían con su propia saliva y se las pegaban el uno al otro, todo en familia.

Parecían el coche de Fernando Alonso y yo comprendí que era una epifanía, que debía abandonar Gomorra.

Un economista argentino previó la crisis de su país al descubrir que hasta los sacapuntas eran importados…yo, al ver esos dos mórbidos cetáceos cubiertos de calcamonías


Este cenit de decadencia sólo puede ser el preludio de Mad Max; el Koala lo confirmaba, te decía a gritos que te hicieses un huerto con gallinas y conejos…” tengo las maeras y también las intensiones….”, la biomasa y la tensión ( el cliff de Olduvai), escuchado al revés era satánico y revelador a un tiempo.

Por eso los Illuminati han condenado al ostracismo a un icono de rock rural de esa estatura y le tienen ahora recluido en Guantánamo escuchando las veinticuatro horas del día a Papá Levante en discos de vinilo a 45 rpm.


Ozzy Osbourne se comía pollos vivos en los conciertos, otro Nostradamus advirtiéndonos del final pascuense, el Aserejé son los protocolos de los sabios de Sión en euskera…las señales están por todas partes para el ojo entrenado.

Regresamos a Salchicharro y les dije a todas que Mad Max era inminente.

“ ¿Qué hacemos , papá?” preguntó la mayor.

“ Lo primero ponle un foulard rojo al perropaco, como en la película…y tráeme la chupa de cuero negro…y los pantalones de pitillo” dije resuelto.

“ Lo eché todo al contenedor cuando te dijeron que a lo mejor te hacían jefecillo y empezaste a ponerte gomina, pantalones de pinzas y suéteres sobre los hombros….aunque sigues siendo un mindundi pero vestido de capullo” dijo mi señora.



Me cubrí el rostro con las palmas de las manos y empecé a sollozar con un hipo entrecortado asaeteado por los pensamientos de mi subalterna condición empobrecida por mi servil actitud y por el inminente colapso.

Mi amantísima esposa tomó mis manos entre las suyas y en un tono maternal y cálido me susurro: “ Cariño…estás gilipollas…el corral del Koala es financiero….ya lo dijo Tochovista.”


Írrito y sosegado me mecí en su regazo.