domingo, 3 de octubre de 2010

Viajes, alcoholismos varios


Mañana, o esta noche, mejor dicho, me cojo un avión a Tejas. Hay un festival de ciencia ficcion, creo. Ya os comenté, con Vigalounge, etc.

Bien, pero me pilla agotado y cansado en la madrugada. Por otro lado no me importa desaparecer un rato, porque estoy un poco desubicado. Me encuentro ligeramente desubicado, sí. El otro día celebramos el cumpleaños de Carolina, y además de molestar mucho a los vecinos, cogí una parda, una de esas tristes, penosas, que sabes que la gente no te quiere hablar porque saben que hace mucho que no riges. Observad en la foto mi mirada totalmente ida, de una persona que lo ha perdido todo, todo rastro de dignidad, cualquier atisbo de respeto, y le está metiendo una monumetal brasa nocturna a alguien (en este caso creo que se identifica perfectamente a Wioming). No sé si soy yo el que habla, o es Txetxu. Lo que está claro es que por alguna razón lo quiero asesinar. Observad cómo Antonio contempla la situación asustado, temeroso, rezando, implorando que mi rollo acabe de una vez. Enrique intenta mimetizarse con el ambiente, a modo de planta o de estatua griega, para disimular, con su pose helénica de cangrejo imperturbable, pero no puede evitar la tentación de desviar un poco el ojito, al percibir el lamentabilísimo estado en el que me encuentro.

Todo muy triste. Sin embargo, la gente se lo pasó bien.

Balada triste de trompeta